Principios del periodismo

Archivo (La Vanguardia)

OBITUARIOS

ALFONSO NIETO (1932-2012)

Catedrático de Empresa Informativa, rector de la Universidad de Navarra (1979-1991)

Algo muy especial tiene una persona cuando con toda naturalidad todo el mundo le trata de Don. Don Alfonso Nieto era una de esas personas. Periodista y rector de la Universidad de Navarra entre 1979 y 1991 falleció este jueves a los 80 años, en Pamplona. Fue profesor de más de tres generaciones de periodistas.

Fue el primer catedrático de Empresa Informativa y uno de los promotores de la transformación en carrera universitaria de los estudios de Periodismo. Se licenció en Derecho en 1954 y se doctoró en 1957. Amplió estudios en París, Heidelberg y Barcelona. Fue director del Instituto de Periodismo de la Universidad de Navarra (1969-1972), primer decano de su Facultad de Ciencias de la Información (1972-1974) y vicedecano de la Facultad de Ciencias de la Información de la Complutense (1974-1977).

Tras ocupar el cargo de vicerrector en Navarra entre 1977 y 1979, fue su rector hasta 1991. Mantuvo siempre una actitud abierta y dialogante. Así, por ejemplo, invitó a finales de los años sesenta a Beuve-Méry, director fundador de Le Monde, diario férreamente opositor al Régimen. Desde 1992 ocupó su cátedra en Navarra hasta su jubilación, en 2002. Siguió investigando hasta su muerte. El Don de Don Alfonso hacía justicia a todos los significados buenos que se le pueden dar al término. Era el don del señorío, del reconocimiento que todos teníamos por su magnífica trayectoria universitaria, su derroche de generosidad y espíritu de servicio. Por lo mucho que hizo por el mundo de la comunicación, por la Universidad de Navarra y por tantos que gracias a él nos enamoramos de la vida universitaria. Y también de su sensibilidad, de las cosas bien hechas, de su forma de disfrutar la música y el arte, la poesía de San Juan de la Cruz o las Vidas paralelas de Plutarco... y de su devoción por la Virgen de Ujué.

Ese mismo Don era el de su don de gentes, el de su admirable capacidad de vivir para los demás, el de su inmensa humanidad. Una humanidad que le hacía ocuparse de los que le rodeaban, desde sus colegas del claustro hasta los bedeles, de forma genuinamente personal con sencillez, cariño y enorme delicadeza. El Don era también el don de Oxford y Cambridge, de profesor universitario, lo cultivó hasta la excelencia, en su dimensión docente e investigadora. Quizá eso explique su afinidad con el talante británico, con la Leona herida del British Museum, la sala de lectura de la British Library, o la oferta de libros de segunda mano de Hay-on-Wye.

Su último rollete, como él decía, todavía en borrador -que siempre hacía circular-, llevaba por título: Comunicación institucional e intangibilidad. Reflexiones sobre su valoración. Seguro que estaba sobre la pista de algo importante e innovador, como lo estuvo tantas veces en el pasado. Don Alfonso disfrutó con plenitud de otro don especial: el de la fe cristiana. Ese don daba sentido a todos los demás y pudo vivirlo intensamente en el Opus Dei, al que pertenecía desde los 19 años. Él, que tantas veces nos había dicho que el tiempo tiene un dueño que no eres tú, escribía: “Dios da a todos un tiempo de vida y a todos ofrece la eternidad”. Don Alfonso se la ganó en esta tierra.

ÁNGEL ARRESE

Departamento de Empresa Informativa, Universidad de Navarra

    Ángel Arrese // La Vanguardia